viernes, 1 de septiembre de 2017

Puños Imperiales 30K: Loctar Dibarion

Buenas!

Como os había prometido, aquí tenéis la introducción del primer y principal personaje del proyecto de los Puños Imperiales: Loctar Dibarion. Os dejo un poco de trasfondo y las imágenes de la miniatura ya completada.


Loctar Dibarion, primer teniente de la 81ª compañía de la VII legión, servía bajo las órdenes del Senescal Scallus cuando su batallón fue asignado a la Flota de Retribución para castigar a las legiones rebeldes de Istvaan. El capitán y campeón de su compañía, Caelon Gerhild, le había confiado el mando de la fragata pesada Heraldo de Liberación,  prefiriendo encabezar personalmente los asaltos planetarios o las acciones de abordaje a comandar la nave.
A pesar de ser de origen Terrano, Loctar era un astartes relativamente joven, con menos de cuarenta años de servicio, pero eso no le había impedido alcanzar el rango de maestro de señales, el encargado de coordinar la artillería o el apoyo desde la órbita con el campo de batalla; estos conocimientos, junto a su naturaleza analítica, le daban una cierta afinidad para la tasca que se le había encomendado. No obstante, el conflicto de Phall supondría una pesadilla que pondría a prueba sus aptitudes como comandante y su fuerza de voluntad, la primera de una serie de eventos que terminarían llevándolo de vuelta a su mundo natal durante su más fatídico conflicto.

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El ambiente en la flota era tenso, aun considerando la naturaleza severa de la VII legión. Era un deber más, y los hijos de Dorn nunca vacilarían o desfallecerían en su cumplimiento, pero el enemigo al que se iban a enfrentar causaba un nerviosismo casi imperceptible entre sus filas, una situación sin precedentes para los Puños Imperiales. Conocían perfectamente a su enemigo, sus puntos fuertes y sus debilidades, sus tácticas y recursos, una información preciada de la que raramente se disponía en campaña,  pero ningún ejercicio o conflicto los había preparado para enfrentarse en el campo de batalla contra otros astartes, mucho menos contra cuatro legiones diferentes. Esta batalla sería la prueba más exigente al lema de la legión: Sangre y Honor.
"Sangre y Honor" pensó Loctar, mientras comprobaba los diferentes paneles de la sala de mando. La misma sangre que había derramado junto a los Lobos y la Guardia de la Muerte en Gyros-Thravian, una de sus primeras batallas; el mismo honor que unía el Senescal Scallus con el Lord Comandante Demeter de la Tercera legión desde antes que él fuera aceptado en las filas los Puños Imperiales. La idea de que sus antiguos camaradas, comandados por el mismísimo Señor de la Guerra, se hubieran rebelado contra el Emperador y que él y sus hermanos iban a ejecutar el castigo, despertaba en Loctar el recuerdo de un sentimiento que creía que pertenecía a su anterior vida: angustia.
El astartes sacudió ligeramente la cabeza, intentando ahuyentar esos pensamientos. No había sentido dudas en los últimos treinta y seis años, y no lo haría en esta ocasión. La señal de una transmisión entrante lo distrajo de sus pensamientos.
- Motores de disformidad plenamente operativos, comandante.
El grupo de combate había estado durante días en el punto de reunión a la espera de los últimos elementos de la flota, y Loctar quería asegurarse de que todo estaba preparado para una partida inmediata. El teniente abrió una transmisión a la sala de control de maquinaria.
- Gracias por su rapidez, ingeniero jefe Tarwell. Estamos esperando órdenes del senescal para iniciar la transición al espacio disforme, pero me gustaría una última revisión de los sistemas de armamento antes de partir.
La respuesta vino precedida de unos murmullos incomprensibles del ingeniero
- ¿Está poniendo en duda mi competencia y la de mis hombres, comandante? Los hemos comprobado tres veces desde que llegamos, y están listos y cargados. Si no lo conociera bien, pensaría que está usted nervioso, señor.

 

El legionario suspiró, pero tuvo que contener una pequeña sonrisa. El ingeniero jefe Tarwell ya servía en la Heraldo de Liberación mucho tiempo antes de que Loctar la pisara por primera vez, y nadie que hubiera tenido contacto con él podía dudar de sus conocimientos en lo que respectaba a la nave. De hecho, antes de tomar el mando de la fragata, Tarwell había exigido entrevistarlo y evaluarlo durante una semana antes de aprobar su nombramiento con autorización expresa del senescal Scallus, lo cual lo había soprendido e incluso ofendido. Aún no tenía claro si lo que le había chocado más era que un humano hiciera una petición de tal magnitud, o que el senescal hubiera aceptado sin reparo alguno. Sin embargo, el teniente había llegado a apreciar y respetar a ese estrambótico personaje, pues era un ejemplo y un líder para toda la tripulación humana, y sabía que podía aprender de él a ser un mejor comandante, no sólo para la nave sino también para sus hombres. Si eso suponía aguantar las salidas de tono y los motes del ingeniero, así sería.
- Nunca me atrevería a poner en duda su destreza o la de su tripulación, jefe ingeniero Tarwell, pero la magnitud de nuestra misión requerirá todos nuestros recursos y capacidades, y la complacencia y la relajación no tienen cabida en esta situación. No debemos ni podemos fallar en esta empresa, pues el futuro de la Cruzada descansa sobre nuestros hombros.
Una sonora carcajada llenó el canal de la transmisión.
- Los "cabezacubos" ya veníais así de serie cuando os reclutan, u os extirpan el sentido del humor cuando os convierten? - contestó el ingeniero, mientras algunas risas mal contenidas se oían de fondo.- No necesitas lamerme el culo para que haga algo, chaval. Haré la maldita revisión, pero si vuelves a referirte a mí como jefe ingeniero Tarwell otra vez, yo mismo subiré ahí arriba para ablandarte esa cabezota de piedra que tienes con una palanca, ¿Me oyes, mequetrefe?

Loctar se alegró de haber usado un canal privado para esta conversación, pues lo último que necesitaba era que todo el puente de mando oyera el discurso del ingeniero; algunos de sus hombres sin duda habrían exigido que Tarwell fuera castigado por su comportamiento. El sentido del humor ciertamente no era la mayor cualidad de la séptima. Loctar había comprendido que las palabras de Tarwell no buscaban su enfado, sino mantener la moral alta entre sus subordinados, lo cual resultaba esencial para la situación. Aunque el marine consideraba que no tenían cabida alguna en el campo de batalla, sabía que incluso las bromas y el humor podían ser herramientas útiles, y ese hombre había perfeccionado su uso. No obstante, Loctar era un miembro de los Puños Imperiales, y no podía retroceder ante un desafío.
- Alto y claro, maestro ingeniero Tarwell. Cambio y corto. - Loctar pudo oír a la tripulación estallar en carcajadas antes de cortar la conexión. Necesitaría todos los recursos a su alcance para el conflicto que se avecinaba, incluso algo tan ajeno a la guerra como el humor.
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La promoción al rango de oficial había otorgado a Loctar acceso a una armadura artesanal MkIV, aunque su modelo MkII aún estaba plenamente operativo. El teniente decidió mantener las hombreras con los honores obtenidos, así como su equipo de comunicación, modificado y ajustado a su gusto y necesidades.

En su hombrera derecha figuran el número de su compañía, la 81ª, así como la flecha vertical táctica, símbolos que él mismo pintó cuando fue asignado por primera vez a un grupo de combate activo como miembro de una escuadra táctica. A pesar de su pintado apresurado, Loctar lo había mantenido inalterado, como un recordatorio de sus primeros pasos en la Gran Cruzada y de los motivos de su alistamiento.
Su hombrera izquierda muestra el laurel para representar su posición como primer teniente de la compañía, la adición más reciente a su heráldica. La medalla de la legión fue una distinción por su papel en el asedio de Drantax Prime, ya como especialista en comunicaciones de su escuadra, donde sus informes de campo mientras su compañía abría brecha en el perímetro ayudaron a la artillería a neutralizar las baterías antiaéreas, permitiendo así que las stormbirds desplegaran las unidades de asalto en  localizaciones críticas para tomar la ciudad.

La cruz roja le fue concedida por su sargento. La cruz de Malta estaba reservada a miembros veteranos, y se asociaba comúnmente a la furia y el celo propio de Sigismund y de la hermandad templaria de la primera compañía; ésta, en cambio, era una tradición establecida entre las compañías bajo las órdenes del Senescal Scallus, reconociendo a su portador como un ejemplo de templanza y fortaleza para enfrentarse a las adversidades, y podía ser otorgada sin importar el rango o el tiempo de servicio. Sin embargo, este símbolo también tenía un segundo propósito para el alto mando: era una marca para aquellos legionarios a los que se iba a poner a prueba; si los elegidos eran capaces de honrar los valores que representaba esa cruz, eran considerados para ser ascendidos en el escalafón de mando y para su tutelaje.  Aquellos legionarios que fallaban en sus pruebas eran censurados, y pasarían el resto de su servicio y de su vida en rangos inferiores  o asignados a las compañías de destructores.
Dice mucho de la personalidad de Loctar que, en los años venideros, la cruz pasaría a formar parte de su heráldica personal, y que muchos lo reconocerían a él y a su compañía por ese símbolo.




2 comentarios:

  1. Me encanta. El pintado muy bueno y la pose perfecta.

    Enhorabuena.

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    1. ¡Gracias! La verdad es que estoy bastante orgulloso de cómo ha quedado, el esfuerzo de buscar, modificar y juntar las piezas valió la pena, y la verdad es que lo disfruté.

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