miércoles, 28 de marzo de 2018

Puños Imperiales 30K: WIP escuadra brechadora Edrare


¡Buenas de nuevo!

Esta entrada lleva meses a medio hacer, ya que quería intentar tener toda la escuadra montada y un relato corto acabado para presentar al siguiente personaje importante de mi proyecto. No obstante, creo que es mejor que haga una primera entrada con los avances hechos hasta ahora, y que os adelante un fragmento del relato, y así me saco la espina de tener una entrada parada tanto tiempo.


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 La 1ª escuadra de la 81ª Compañía de los Puños Imperiales es la escuadra brechadora al mando del Sargento Veterano Camus Edrare. La escuadra de Edrare, en ese momento un miembro más, fue elegida junto al Capitán Lutz para formar la  81ª cuando su compañía original se vio seriamente mermada tras una campaña particularmente dura. El primarca Rogal Dorn, que había sido recientemente descubierto, ordenó que los supervivientes de las compañías más depletadas fueran repartidos en diferentes compañías de nueva formación, para que formaran un núcleo veterano que dirigiera a los nuevos reclutas, independientemente de su origen. La 81ª Compañía recibió tanto reclutas Terranos como de Inwit, y a lo largo de su existencia iría reabasteciendo sus filas con legionarios de una decena de mundos distintos.


Sargento veterano Camus Edrare.
++++ 1ª Escuadra Brechadora, 81ª Compañía de los Puños Imperiales.
++++ Origen: Terra. Servicio: 186 años estándar (M31.007, año de la Batalla de Phall).


Camus ascendió al rango de sargento de su escuadra aproximadamente cincuenta años después de la formación de la 81ª, posición en la que se mantuvo hasta el inicio de la Herejía. Que un legionario con casi doscientos años de servicio sólo ocupara el rango de sargento veterano podría resultar extraño o difícil de encontrar en otras legiones, y podría achacarse a una falta de ambición o de carácter por parte de Edrare. No obstante, Camus era para muchos el mejor ejemplo de lo que se esperaba no sólo de un legionario de los Puños Imperiales, sino de cualquier soldado de la Gran Cruzada. Camus Edrare no buscaba la gloria y el renombre entre sus semejantes ni el reconocimiento de sus superiores, sino que su única motivación era la consecución de los objetivos de la Cruzada: la reunificación de la Humanidad bajo el liderazgo del Emperador y la consecución de la supremacía galáctica. Estos ideales, ya arraigados en Edrare por su personalidad, se vieron reforzados durante su servicio conjunto con la 8ª Compañía de los Heraldos Imperiales.


Camus siempre tuvo presente que el principal objetivo de la Cruzada era la reunificación de la raza humana, y por ello en más de una ocasión recordó a sus superiores, ya fuera al capitán Lutz e incluso a altos mandos de la legión, la conveniencia de un acercamiento diplomático inicial al contactar con mundos humanos. Si las negociaciones fracasaban, Camus juraba llevar la Verdad Imperial personalmente al planeta, e inmediatamente preparaba su escuadra para la guerra. Más de treinta juramentos atestiguan su determinación de llevar esos principios a todos los planetas humanos por cualquier método necesario. Camus no mostraba duda ni remordimiento en esas situaciones, pero tampoco dejaba llevarse por la sed de sangre ni la venganza. Él haría todo lo necesario para asegurar que el planeta era completamente sometido al Imperio, y acabaría con cualquier atisbo de subversión o resistencia, pero no causaría matanzas indiscriminadas ni arrasaría ciudades enteras por ensañamiento.

El idealismo de Edrare, sin embargo, tampoco era el motivo del aparente estancamiento de su progresión en el escalafón de mando de la legión. Si Camus Edrare no había ascendido a un rango mayor era precisamente porque en primera línea y al mando de una escuadra era donde podía desplegar mejor sus aptitudes. Su liderazgo y capacidad táctica sobre el terreno habían logrado hacer de su escuadra el mejor recurso para el mando de la compañía. Camus era un maestro del abordaje y defensa de naves, y en las operaciones de asedio era el enlace con el cuartel de mando de las zonas más cruentas.


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El lugarteniente Funske, en el centro, dirige a otros miembros de la 1ª escuadra cuando la situación requiere dividirse en grupos de combate. Como símbolo de su posición dentro de la escuadra, él es el portador del vexilla, aunque debido a los espacios cerrados en los que suele luchar, no es raro que deba llevarlo plegado.

       
        El puente de mando vibraba y se estremecía con cada impacto, mientras los destellos de los diferentes sistemas de alarma se alternaban con las luces de las explosiones que ocupaban gran parte de los ventanales de observación. La Heraldo de Liberación maniobraba entre naves de mayor tamaño, haciendo pasadas de ataque para mermar las barcazas de los Guerreros de Hierro y con suerte desviar la presión que éstas ejercían sobre las naves capitales de la VII legión. El capitán Gerhild había liderado un asalto de la 81ª sobre una de las naves traidoras junto a otros elementos de las compañías bajo el mando del senescal Scallus. Loctar debía asegurarse que la 81ª tendría una nave a la que regresar cuando capturaran o destruyeran el crucero  enemigo, pero era necesario que toda nave disponible estuviera en combate para que hubiera alguna posibilidad de victoria. Además, la fragata se había visto abordada en dos ocasiones distintas, ambas repelidas por la guarnición que había dejado Gerhild al mando del sargento veterano Edrare.

- Puente de mando, aquí el sargento Edrare. El enemigo ha sido rechazado. Bajas mínimas, pero se han producido daños considerables en la sala de generadores auxiliares y en el hangar IV. Estamos realizando patrullas de rastreo para localizar posibles hostiles escondidos o elementos de sabotaje.

- Aquí puente de mando, buen trabajo. Envío equipos de reparación a la sala de generadores. 

- Teniente Dibarion, en cuanto se haya completado el rastreo, solicito permiso para unirme al asalto al crucero Furia Implacable.

- Negativo, sargento Edrare. Los necesito a usted y a sus hombres aquí para defender esta nave. Tiene órdenes explícitas del capitán de proteger la nave para poder extraerlo cuando finalice su abordaje.

- Teniente, he estudiado planos de esa clase de cruceros, y conociendo a los legionarios de la IV, habrán convertido esa nave en una trampa mortal. Si no voy allí, es posible que no quede nadie a quien recoger.- Loctar se extrañó al notar un cierto nerviosismo en la voz del sargento. Jamás había visto al veterano hacer el más mínimo gesto de inquietud en situaciones realmente críticas, y sin embargo ahora podía percibir su malestar a través de las comunicaciones.

- Camus, sabes que no puedo meterte allí. La única razón de que esta nave siga entera es que has conseguido rechazar dos partidas de abordaje que os superaban claramente en número. ¿A cuántos traidores habéis matado tú y tus hombres, sargento? ¿Cuántos crees que podría rechazar la tripulación humana?. Sé que tú y tu escuadra sois la mejor unidad de abordaje de la compañía, probablemente del batallón, y Gerhild también lo sabe. Pero el capitán también sabe que tú eres el único que puede mantener a raya a cualquier asaltante que intente tomar esta nave, sin importar el número o los recursos. Nuestro deber ahora es mantener la Heraldo operativa hasta que podamos sacar al capitán y a nuestros hombres del crucero.

El sargento murmuró entre sus dientes antes de contestar.

- Está bien, teniente, no seguiré insistiendo. Pero quiero que me informe de cualquier señal que provenga de esa nave. No voy a quedarme de brazos cruzados mientras la 81ª muere allí.

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Tan sólo diez miembros de la 1ª escuadra sobrevivirían la cruenta Batalla de Phall, aunque sus acciones salvaron la fragata Heraldo de Liberación y permitieron la supervivencia de la 81ª Compañía.

Desde que el sargento Edrare tomó el mando de la primera escuadra de la 81ª Compañía, más de un siglo atrás, ésta tan sólo había sufrido 47 bajas, menos de una por cada conflicto en el que había participado. En las horas que duró la batalla de Phall, Camus perdió la mitad de su escuadra a manos de los Guerreros de Hierro, sembrando en él la semilla de un odio que no había sentido por ningún enemigo en todo su servicio, y que iría enraizando y creciendo con cada conflicto de la Herejía.

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Con todos los brechadores montados, ahora toca acabar de darles detalles y personalizarlos un poco. A algunos ya les he aplicado daños de combate, y otros han recibido pertrechos como cargadores, granadas y demás equipo, pero mi intención es hacerlo en mayor o menor medida con todos, para mostrar por una parte la dureza de los abordajes y también para denotar su estatus veterano. Por otro lado, tengo que esculpir algunos detalles, principalmente  las secciones de las axilas de algunos brazos a los que he cambiado la posición para darles más variedad de posturas, junto con otros detalles en cascos, armas y escudos. Una vez hecho eso, seguramente publique otra entrada junto con el microrelato de la batalla de Phall que estoy escribiendo.

¡Un saludo!

miércoles, 8 de noviembre de 2017

Diorama: Eli, la bruja norteña

Buenas!

Hoy os quiero enseñar un proyecto que me ha tenido ocupado la mayor parte de octubre a nivel de hobby: un pequeño diorama que he hecho como regalo. 

La principal influencia del diorama es el mundo de Harry Potter, concretamente la casa de Hufflepuff. La pared de la sala está inspirada en imágenes de la sala común de Hufflepuff, de ahí la pared amarilla, la madera y la ventana redonda en piedra, así como una presencia notable de plantas. 

Esculpir las rosas fue entretenido, aunque al final usé blue mold para copiar unas cuantas, no me veía con ánimos de esculpir una treintena de rosas una a una. Las hojas están hechas con un recortador de formas ya prefijadas, cortando una lámina de aluminio flexible. Las ramas son alambre y varillas de cobre a las que di forma.


La protagonista del diorama, la bruja Eli, también refleja su vinculación con Hufflepuff, con la muñequera, la cinta del sombrero, el collar o gargantilla (no sé si al ser tan ancho es el término correcto), la muñequera y el guante. No obstante, dadas sus raíces norteñas, así como para dar un poco de contraste, en su vestimenta predominan los colores fríos, o al menos más oscuros. La falda, con un tono lila que se oscurece hasta llegar a negro, con un cinto lila más vivo para contrastar, y que tiene un degradado a rosa en los extremos; el corsé azul oscuro, con los rebordes en negro y sobre una camisa lisa gris; y el guante derecho, con un azul un poco más vivo. El pelo presenta un color violeta, con las puntas de tonalidad más rosada. En retrospectiva, quizá debería haberle dado un color más cálido y un poco más brillante, más rojizo, para que hiciera un poco más de contraste y destacara más.

Respecto al caldero, me decanté por una pócima azulada, ya que el verde se suele asociar a venenos, mientras que el rojo seguramente habría dado una sensación de que el caldero está lleno de sangre, y el amarillo quedaba descartado para contrastar con el fondo. El remolino que se está formando y la luz que desprende son causadas por el hechizo de Eli, que está terminando de crear la poción. Por otro lado, la hoguera en el suelo me hizo decantarme por hacer un suelo de piedra y no de madera como aparece en algunas imágenes de la sala común de Hufflepuff, ya que me parecía poco prudente.



La mesa está llena de ingredientes usados para la pócima, así como de grimorios consultados para realizarla (la mesa y los ingredientes los he esculpido/hecho yo, lo único que son piezas ya existentes son los libros).

Sin más, espero que os guste el diorama tanto como a mí hacerlo y como le ha gustado a la persona que lo ha recibido ^^. Os dejo aquí unas pocas fotos del proceso, aunque me despisté y no hice ninguna del rosal y la pared antes de imprimarlas, que así se hubiera apreciado mejor cómo está hecho. Además, también os dejo fotos del modelo original de la miniatura, para que veáis los cambios realizados.


Como podéis ver, la miniatura original iba algo más ligera de ropa...

...por no decir bastante.

Aquí ya está un poco más tapadita (que conste que cada persona es libre de vestir como prefiera y se sienta cómoda, pero creo que cuando hay que usar fuego y "cocinar", aunque sean pociones, conviene no dejar mucha piel al aire por si hay algún accidente).


Una primera prueba de color, con el corsé y el guante derecho amarillos. La idea era que se notara claramente su pasado Hufflepuff, pero vi que con la falda lila no iba a quedar del todo bien, y además me interesaba que la miniatura destacara un poco más del fondo, así que me decanté por el azul.

Una foto cercana de la cara. Sé que no es ninguna maravilla, pero de un poco más lejos no se ve tan mal, y teniendo en cuenta que esta miniatura tiene una cabeza y una cara bastante más pequeñas que las de los pocos marines que he pintado a lo largo de mi vida, estoy relativamente satisfecho.

Saludos,
Elzender.



viernes, 1 de septiembre de 2017

Puños Imperiales 30K: Loctar Dibarion

Buenas!

Como os había prometido, aquí tenéis la introducción del primer y principal personaje del proyecto de los Puños Imperiales: Loctar Dibarion. Os dejo un poco de trasfondo y las imágenes de la miniatura ya completada.


Loctar Dibarion, primer teniente de la 81ª compañía de la VII legión, servía bajo las órdenes del Senescal Scallus cuando su batallón fue asignado a la Flota de Retribución para castigar a las legiones rebeldes de Istvaan. El capitán y campeón de su compañía, Caelon Gerhild, le había confiado el mando de la fragata pesada Heraldo de Liberación,  prefiriendo encabezar personalmente los asaltos planetarios o las acciones de abordaje a comandar la nave.
A pesar de ser de origen Terrano, Loctar era un astartes relativamente joven, con menos de cuarenta años de servicio, pero eso no le había impedido alcanzar el rango de maestro de señales, el encargado de coordinar la artillería o el apoyo desde la órbita con el campo de batalla; estos conocimientos, junto a su naturaleza analítica, le daban una cierta afinidad para la tasca que se le había encomendado. No obstante, el conflicto de Phall supondría una pesadilla que pondría a prueba sus aptitudes como comandante y su fuerza de voluntad, la primera de una serie de eventos que terminarían llevándolo de vuelta a su mundo natal durante su más fatídico conflicto.

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El ambiente en la flota era tenso, aun considerando la naturaleza severa de la VII legión. Era un deber más, y los hijos de Dorn nunca vacilarían o desfallecerían en su cumplimiento, pero el enemigo al que se iban a enfrentar causaba un nerviosismo casi imperceptible entre sus filas, una situación sin precedentes para los Puños Imperiales. Conocían perfectamente a su enemigo, sus puntos fuertes y sus debilidades, sus tácticas y recursos, una información preciada de la que raramente se disponía en campaña,  pero ningún ejercicio o conflicto los había preparado para enfrentarse en el campo de batalla contra otros astartes, mucho menos contra cuatro legiones diferentes. Esta batalla sería la prueba más exigente al lema de la legión: Sangre y Honor.
"Sangre y Honor" pensó Loctar, mientras comprobaba los diferentes paneles de la sala de mando. La misma sangre que había derramado junto a los Lobos y la Guardia de la Muerte en Gyros-Thravian, una de sus primeras batallas; el mismo honor que unía el Senescal Scallus con el Lord Comandante Demeter de la Tercera legión desde antes que él fuera aceptado en las filas los Puños Imperiales. La idea de que sus antiguos camaradas, comandados por el mismísimo Señor de la Guerra, se hubieran rebelado contra el Emperador y que él y sus hermanos iban a ejecutar el castigo, despertaba en Loctar el recuerdo de un sentimiento que creía que pertenecía a su anterior vida: angustia.
El astartes sacudió ligeramente la cabeza, intentando ahuyentar esos pensamientos. No había sentido dudas en los últimos treinta y seis años, y no lo haría en esta ocasión. La señal de una transmisión entrante lo distrajo de sus pensamientos.
- Motores de disformidad plenamente operativos, comandante.
El grupo de combate había estado durante días en el punto de reunión a la espera de los últimos elementos de la flota, y Loctar quería asegurarse de que todo estaba preparado para una partida inmediata. El teniente abrió una transmisión a la sala de control de maquinaria.
- Gracias por su rapidez, ingeniero jefe Tarwell. Estamos esperando órdenes del senescal para iniciar la transición al espacio disforme, pero me gustaría una última revisión de los sistemas de armamento antes de partir.
La respuesta vino precedida de unos murmullos incomprensibles del ingeniero
- ¿Está poniendo en duda mi competencia y la de mis hombres, comandante? Los hemos comprobado tres veces desde que llegamos, y están listos y cargados. Si no lo conociera bien, pensaría que está usted nervioso, señor.

 

El legionario suspiró, pero tuvo que contener una pequeña sonrisa. El ingeniero jefe Tarwell ya servía en la Heraldo de Liberación mucho tiempo antes de que Loctar la pisara por primera vez, y nadie que hubiera tenido contacto con él podía dudar de sus conocimientos en lo que respectaba a la nave. De hecho, antes de tomar el mando de la fragata, Tarwell había exigido entrevistarlo y evaluarlo durante una semana antes de aprobar su nombramiento con autorización expresa del senescal Scallus, lo cual lo había soprendido e incluso ofendido. Aún no tenía claro si lo que le había chocado más era que un humano hiciera una petición de tal magnitud, o que el senescal hubiera aceptado sin reparo alguno. Sin embargo, el teniente había llegado a apreciar y respetar a ese estrambótico personaje, pues era un ejemplo y un líder para toda la tripulación humana, y sabía que podía aprender de él a ser un mejor comandante, no sólo para la nave sino también para sus hombres. Si eso suponía aguantar las salidas de tono y los motes del ingeniero, así sería.
- Nunca me atrevería a poner en duda su destreza o la de su tripulación, jefe ingeniero Tarwell, pero la magnitud de nuestra misión requerirá todos nuestros recursos y capacidades, y la complacencia y la relajación no tienen cabida en esta situación. No debemos ni podemos fallar en esta empresa, pues el futuro de la Cruzada descansa sobre nuestros hombros.
Una sonora carcajada llenó el canal de la transmisión.
- Los "cabezacubos" ya veníais así de serie cuando os reclutan, u os extirpan el sentido del humor cuando os convierten? - contestó el ingeniero, mientras algunas risas mal contenidas se oían de fondo.- No necesitas lamerme el culo para que haga algo, chaval. Haré la maldita revisión, pero si vuelves a referirte a mí como jefe ingeniero Tarwell otra vez, yo mismo subiré ahí arriba para ablandarte esa cabezota de piedra que tienes con una palanca, ¿Me oyes, mequetrefe?

Loctar se alegró de haber usado un canal privado para esta conversación, pues lo último que necesitaba era que todo el puente de mando oyera el discurso del ingeniero; algunos de sus hombres sin duda habrían exigido que Tarwell fuera castigado por su comportamiento. El sentido del humor ciertamente no era la mayor cualidad de la séptima. Loctar había comprendido que las palabras de Tarwell no buscaban su enfado, sino mantener la moral alta entre sus subordinados, lo cual resultaba esencial para la situación. Aunque el marine consideraba que no tenían cabida alguna en el campo de batalla, sabía que incluso las bromas y el humor podían ser herramientas útiles, y ese hombre había perfeccionado su uso. No obstante, Loctar era un miembro de los Puños Imperiales, y no podía retroceder ante un desafío.
- Alto y claro, maestro ingeniero Tarwell. Cambio y corto. - Loctar pudo oír a la tripulación estallar en carcajadas antes de cortar la conexión. Necesitaría todos los recursos a su alcance para el conflicto que se avecinaba, incluso algo tan ajeno a la guerra como el humor.
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La promoción al rango de oficial había otorgado a Loctar acceso a una armadura artesanal MkIV, aunque su modelo MkII aún estaba plenamente operativo. El teniente decidió mantener las hombreras con los honores obtenidos, así como su equipo de comunicación, modificado y ajustado a su gusto y necesidades.

En su hombrera derecha figuran el número de su compañía, la 81ª, así como la flecha vertical táctica, símbolos que él mismo pintó cuando fue asignado por primera vez a un grupo de combate activo como miembro de una escuadra táctica. A pesar de su pintado apresurado, Loctar lo había mantenido inalterado, como un recordatorio de sus primeros pasos en la Gran Cruzada y de los motivos de su alistamiento.
Su hombrera izquierda muestra el laurel para representar su posición como primer teniente de la compañía, la adición más reciente a su heráldica. La medalla de la legión fue una distinción por su papel en el asedio de Drantax Prime, ya como especialista en comunicaciones de su escuadra, donde sus informes de campo mientras su compañía abría brecha en el perímetro ayudaron a la artillería a neutralizar las baterías antiaéreas, permitiendo así que las stormbirds desplegaran las unidades de asalto en  localizaciones críticas para tomar la ciudad.

La cruz roja le fue concedida por su sargento. La cruz de Malta estaba reservada a miembros veteranos, y se asociaba comúnmente a la furia y el celo propio de Sigismund y de la hermandad templaria de la primera compañía; ésta, en cambio, era una tradición establecida entre las compañías bajo las órdenes del Senescal Scallus, reconociendo a su portador como un ejemplo de templanza y fortaleza para enfrentarse a las adversidades, y podía ser otorgada sin importar el rango o el tiempo de servicio. Sin embargo, este símbolo también tenía un segundo propósito para el alto mando: era una marca para aquellos legionarios a los que se iba a poner a prueba; si los elegidos eran capaces de honrar los valores que representaba esa cruz, eran considerados para ser ascendidos en el escalafón de mando y para su tutelaje.  Aquellos legionarios que fallaban en sus pruebas eran censurados, y pasarían el resto de su servicio y de su vida en rangos inferiores  o asignados a las compañías de destructores.
Dice mucho de la personalidad de Loctar que, en los años venideros, la cruz pasaría a formar parte de su heráldica personal, y que muchos lo reconocerían a él y a su compañía por ese símbolo.